El empoderamiento político de la mujer puede ser observado mediante su acceso a los puestos de toma de decisiones. Así pues, se revisa cómo ha sido la evolución del número de mujeres en estos puestos en América Latina durante el siglo XXI y en base a qué factores se pueden entender.
Se plantea que este aumento va aparejado a: (a) aumento generalizado de una percepción más igualitaria entre hombres y mujeres; (b) crecientes demandas de democratización interna de los partidos e inclusión de mujeres -y minorías- en puestos de toma de decisiones.
Los procesos de selección de candidatos (PSC) son un elemento fundamental para entender la organización interna de los partidos y/o de sus estructuras jerárquicas y de poder (Colomer, 2000; Freidenberg, 2006). Se trata de un factor con importantes efectos en términos de representación, al reducir las opciones del electorado. En otras palabras, ‘se trata de la decisión antes de la decisión’.
Siavelis y Field (2011) destacan la importancia de analizar los PSC para observar la calidad de la democracia en América Latina, mediante la inclusión de ciertos grupos en puestos de liderazgo o toma de decisiones.
Mediante la incorporación femenina a estos puestos, se ve cómo los partidos responden a crecientes demandas de igualdad efectiva entre géneros y de democratización interna de sus organizaciones por parte del electorado y la comunidad política en general.
En contextos de crisis institucional -desconfianza en los partidos, etcétera- utilizar estrategias democratizantes y/o democratizadoras para la organización del partido puede ofrecer aires renovados para con los electores y acercar a dos actores que se estaban alejando, ciudadanos y partidos (Freidenberg, 2006).
La Tabla 1 muestra una notable preferencia de la ciudadanía por PSC más inclusivos; una clara demanda por un aumento de la democratización interna de los partidos, al menos en cuanto a los PSC.
Sin señalar preferencias personales por un modelo u otro, se observan las percepciones y demandas de la opinión pública latinoamericana. De hecho, autores como De Luca, Jones y Tula (2008), Freidenberg (2006) o Siavelis y Field (2011) han advertido sobre los peligros de una excesiva apertura de los PSC.
Hay que destacar también el papel de la implementación de leyes de cuotas o paridad (Archenti y Tula, 2012; Archenti, 2011:9), aunque su impacto cuantitativo depende además de barreras culturales e institucionales.
Las tablas 2, 3, 4 y 5 muestran tendencias positivas, tanto a nivel nacional como subnacional -municipal-. Sin embargo, los resultados siguen siendo alarmantes en tanto las proporciones continúan siendo muy desiguales; muy pocos casos se acercan al 50% -auténticas excepciones-, tanto para el Ejecutivo como para el Legislativo; y siempre inferiores a nivel subnacional.
Se plantea que las decisiones partidistas a nivel nacional son más visibles ante la opinión pública, y por ello son más susceptibles de responder a sus reclamos (y más rápido). Además, el Ejecutivo municipal representa el puesto de mayor poder dentro de la administración local, por lo que el retroceso de los hombres respecto de esa posición sería más lento, en pos de mantener su posición de dominación en términos de poder simbólico.
Esto es comparable, con matices, a ‘ceder’ la presidencia de la República a una mujer; cuestión que sólo ocurre en Costa Rica (Laura Chinchilla), Brasil (Dilma Rousseff) y Argentina (Cristina Fernández). Representan algo más del 15%, cifra similar -algo superior- a las alcaldías latinoamericanas.
Las Tablas 4 y 5 muestran una importante diferencia entre el número de concejalas electas y alcaldesas, lo que sugiere una mayor incorporación a puestos de relevancia política pero lejos de la equidad. Cada vez hay más presencia de mujeres en las listas y el Legislativo (Htun, 2000) pero aún cuesta proponer mujeres en puestos de cargo único.
Los puestos más personalizados, como las presidencias, ejercidas por un solo individuo, son más difíciles de ‘compartir’. Se puede pensar en cuestiones de dominación simbólica, de un recelo por parte de los hombres a otorgarse esas pérdidas en el terreno del capital -y poder- simbólico.
Estos cambios en el imaginario colectivo -como construcción sociocultural- se dan de forma lenta y continuada hasta permear la sociedad modificando el sentido y significado que los individuos dan a las construcciones de género y sus micro-relaciones de poder. Deben observarse desde una perspectiva mayor, el campo de las relaciones de género y el empoderamiento femenino; esos reclamos de equidad política están directamente relacionados con percepciones sobre el papel de la mujer en la sociedad.
El Informe del Observatorio de Igualdad de Género (CEPAL, 2011) muestra la multifactorialidad de la “construcción de la autonomía de las mujeres” (2011:3), y destaca la necesidad de aunar cambios tanto en la vida pública-productiva como en la privada.
La tabla 6 muestra una amplia percepción sobre la mujer como actor subordinado al hombre en términos de capacidad política. Percepción que está disminuyendo, confirmando que se trata de un proceso de cambio real y visible.
Al analizar unos datos que no se presentan aquí por cuestiones de espacio, resultó sorprendente -pero muy revelador- cómo casi 1 de cada 5 individuos respondía que la subrepresentación femenina en cargos políticos se debía a cuestiones como: “no están capacitadas para la política”, “no es su sitio”, “no tienen tiempo para la política”, etcétera.
El aumento simultáneo de PSC inclusivos y mujeres en cargos políticos (Htun, 2000) no significa que haya relación causal entre ellos -habría que explorar más a fondo-. Sin embargo, sugiere que PSC son un factor de relevancia para el estudio de este fenómeno. Para comprender bien los partidos y sus actuaciones debemos indagar en su funcionamiento interno, y ése es el propósito de este breve trabajo.
El empoderamiento femenino en América Latina es un fenómeno con muchas y diferentes aristas, y los factores socioculturales o microsociales representan la clave de dicha problemática. Por ello, observar sólo el ámbito político-institucional (macro) dejaría de lado elementos vitales para su comprensión, no logrando cambios sustanciales al no modificar las verdaderas dinámicas sociales que generan esta situación de dominación, y de la cual la representación política sólo vendría a ser la punta del iceberg.
Referencias
Archenti, Nélida y Tula, María Inés. (2012): “¿Las mujeres al poder? Cuotas y paridad de género en América Latina”, Paper presentado en el Seminario de Investigación 2012-2013 organizado por el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca el 22 de febrero de 2013.
Archenti, Nélida. (2011). La paridad política en América Latina y el Caribe. Percepciones y opiniones de los líderes de la región. CEPAL, Serie Mujer y Desarrollo, Nº 108, Santiago de Chile: CEPAL.
CEPAL. Estadísticas e indicadores.
CEPAL (2011). El salto de la autonomía. De los márgenes al centro, Informe Anual de 2011 del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. Santiago de Chile: CEPAL.
Colomer, J. M. (2000). “Las elecciones primarias en América Latina”, en Claves de Razón Política, Nº 102, Mayo 2000: (14-21).
De Luca, M., Jones, M. P., y Tula, M. I. (2008). “Revisando las consecuencias políticas de las primarias. Un estudio sobre las elecciones a gobernador en la Argentina“, en PostDATA, Nº 13, Agosto 2008: (81-102).
Freidenberg, F. (2006). “Democracia interna: reto ineludible de los partidos políticos” en Revista de Derecho Penal, Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica, Nº1, 2006.
Htun, M. N. (2000). “El liderazgo de las mujeres en América Latina: retos y tendencias”, Working Paper de Diálogo Interamericano, Agosto de 2000.
LAPOP. Proyecto de Opinión Pública de América Latina.
Siavelis, P. M. y Field, B. (2011). “Procedimientos de Selección de Candidatos a Elecciones Legislativas en América Latina: de dónde venimos y nuevos caminos para la investigación”, en Alcántara, M. y García, M. (edits.), Algo más que Presidentes: el papel del Poder Legislativo en América Latina. Zaragoza: Fundación Manuel Giménez Abad (100-132).